La Undécima Palabra | La Undécima Palabra | 1
(1-8)

La Undécima Palabra

 

En Nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo.

 

¡Por el sol y su claridad matinal! ¡Por la luna cuando lo sigue! ¡Por el día cuando lo descubre! ¡Por la noche cuando lo cubre! ¡Por el cielo y cómo fue edificado! ¡Por la tierra y como fue extendida! ¡Por un alma y Quien la modeló!1

 

            ¡Hermano! Si quieres entender un poco sobre el enigma de la sabiduría del mundo y el secreto de la creación del hombre y el misterio de la realidad de las oraciones prescritas, entonces considera esta corta comparación junto con mi alma.

 

            Una vez había un sultán. Como riqueza él tenía  numerosos tesoros donde había diamantes y esmeraldas y joyas de todo tipo. Además de éste él tenía otro tesoro, oculto y más extraño. Por medio del logro él tenía gran habilidad en artes extrañas, y abarcando conocimiento de ciencias maravillosas innumerables, y era el más erudito en ramas interminables del aprendizaje recóndito. Ahora, como cada poseedor de belleza y perfección quiere ver y demostrar su propia belleza y perfección, el sultán glorioso también quiso abrir una exposición y disponer demostraciones a fin de hacer manifiesta y demostrada a la vista de la gente la majestuosidad de su regla, su riqueza brillante, las maravillas de su arte, y las maravillas de su conocimiento. Y también de modo que él pudiera contemplar su belleza y la perfección en dos aspectos:

 

El Primer Aspecto: de modo que él mismo pudiera contemplarlos con su propio ojo exigente.

 

El Otro: de modo que el pudiese mirar a través de la mirada de los otros.

           

            Con este propósito en mente, el sultán comenzó a construir un palacio enorme y majestuoso. Lo dividió en apartamentos magníficos y viviendas, y lo decoro con cada clase de joya de sus tesorerías, y de su propia mano tan llena de arte lo embelleció con los trabajos más finos y más hermosos. Él lo ordenó con la sutileza de las artes de su sabiduría, y lo adornó con los trabajos milagrosos de su conocimiento. Entonces después de completarlo, él estableció en el palacio amplias mesas con la más deliciosa de toda clase de alimento y toda clase de generosidad. Él especificó una mesa apropiada para cada grupo. Dispuso un banquete tan munificente e ingenioso que era como si las generosidades inestimables ilimitadas que él extendió hubieran nacido a través de los trabajos de cien artes sutiles. Entonces invitó a su gente y sujetos de todas las regiones de sus tierras para celebrar y contemplar el espectáculo.

 

            Después el sultán designó a un Comandante Supremo (la paz y las bendiciones sean sobre él) como profesor e instructor, para hacer conocida la sabiduría en el palacio y los significados de sus contenidos; para describir a su Hacedor y sus contenidos a la gente, para hacer conocidos los secretos de los adornos del palacio, para enseñar lo que las artes  señalaban, y explicar lo que eran las joyas bien colocadas, y los bordados armoniosos; y explicar a aquellos que entraron en el palacio el camino del cual ellos indicaron las perfecciones y el arte del dueño del palacio, y para informar de la conducta correcta en la contemplación, y para explicar las ceremonias oficiales como el sultán. Quien no apareció,

sin sonido