La Undécima Palabra | La Undécima Palabra | 2
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deseó que ellos fueran. Este profesor e instructor tenía un asistente en cada área del palacio, mientras él permanecía en la esfera más grande entre sus estudiantes, haciendo el anuncio siguiente a todos los espectadores. Él les dijo:

 

“¡Oh gente! Nuestro señor, que es el sultán de este palacio, quiere hacerse conocido a vosotros haciendo este palacio y mostrando estas cosas. Entonces vosotros lo reconocéis y tratáis de informaros bien sobre Él. Y Él quiere hacerse amado por vosotros con estos adornos. También, Él muestra Su amor por vosotros a través de estas generosidades que veis. Entonces mostráis vuestro respeto hacia Él a través del agradecimiento. Y Él quiere mostraros Su belleza superior a través estos trabajos de Su perfección. Entonces mostráis vuestra impaciencia por verlo y ganar Su respeto. Y por la colocación de un sello particular, especial e inimitable en cada una de estas obras de arte embellecidas que veis, Él quiere mostrar que todo es propiedad de Él, y es el trabajo de Su propia mano, y que Él está solo y es único e independiente y remoto. Entonces reconocéis que Él es tal.” Y él dijo palabras más apropiadas a los espectadores acerca del sultán y este estado. Entonces la gente que había entrado en el palacio se separó en dos grupos.

 

El Primer Grupo: Ya que éstos se conocían, eran inteligentes, y sus corazones estaban en el lugar correcto, cuando miraron las maravillas dentro del palacio, declararon: ¡"hay grandes asuntos en marcha aquí!" Ellos entendieron que no era en vano o algún juguete insignificante. Pero eran curiosos, y se preguntaban: "me pregunto cuál es el misterio de esto y lo que esto contiene," de repente oyeron el discurso que el Maestro e Instructor daba, y ellos comprendieron que las llaves de todos los misterios estaban con él. Entonces ellos se acercaron a él y dijeron: " la paz ser sobre ti, ¡Oh Maestro!"Justamente, un instructor verídico y exacto como usted es necesario para un palacio magnífico como éste. ¡Por favor dinos que nuestro Señor te ha hecho conocido!” Primero el Maestro les repitió el discurso. Ellos escucharon cuidadosamente, y aceptándolo, ellos ganaron mucho. Ellos actuaron como el Sultán deseaba. Y porque el Sultán estaba complacido por su conducta y maneras, los invitó a otro palacio especial, elevado, inefable. Y les otorgó un camino digno de un Sultán tan munificente, y apropiado para tales sujetos obedientes, y conveniente para tales invitados educados, y merecedores de un palacio tan elevado. Él los hizo permanentemente felices.

 

En cuanto al Segundo Grupo, debido a que sus mentes estaban corruptas y sus corazones extinguidos, cuando entraron al palacio, ellos fueron derrotados por sus almas dominadas por el mal y no se dieron cuenta de otra cosas más que de las deliciosas comidas; cerraron sus ojos a todas las virtudes y taparon sus oídos al consejo del Maestro (La paz y las bendiciones sean sobre él) y a las advertencias de sus alumnos. Se llenaron como animales y luego se durmieron. Bebieron elixires que habían sido preparados para otros asuntos y no para ser consumidos. Se emborracharon y empezaron a gritar tanto que ofendieron al resto de huéspedes. Tuvieron un mal comportamiento ante las normas del Glorioso Hacedor. Los soldados del dueño del palacio los arrestaron, y los arrojaron a una prisión apropiada para tal tipo de gente descortés.

 

¡Oh amigo que escuchas esta historia conmigo! Por supuesto has entendido que el Glorioso Creador construyó este palacio por los objetivos arriba mencionados. La realización de estos objetivos depende de dos cosas:

 

La Primera: La existencia del Maestro (La paz y las bendiciones sean sobre él)  al cual vimos y cuyas palabras escuchamos. Ya que si no fuese por él, todos estos objetivos

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