Afortunado es aquel que complace el corazón de su padre y su madre en los tiempos de enfermedad y recibe sus oraciones. Es más, también los ángeles aplauden y dicen: "Ma'shallah! Barekallah!" cuando ven las leales actitudes de los hijos, quienes en tiempo de enfermedad muestran compasión por sus padres – siendo la demostración más valiosa de respeto de la vida en sociedad-, con perfecta consideración y amabilidad, muestran el aspecto más sublime de la humanidad.
Sí, hay placeres en el tiempo de enfermedad que nacen de la amabilidad, compasión y la piedad de quienes los rodean, y hacen más placentero y agradable todo, aliviando los dolores de la enfermedad.
La aceptación de las oraciones de los enfermos es un asunto importante. Durante los últimos treinta o cuarenta años, oré para sanar de mi dolencia de lumbago. Sin embargo, comprendí que la enfermedad me había sido dada para orar. A través de la oración, ésta no puede ser eliminada, es decir, la oración no se puede quitar a sí misma. Entendí que los resultados de la oración pertenecían al Más Allá [1], y es en sí misma una clase de adoración, porque a través de las enfermedades uno comprende la impotencia y buscamos refugio en la Corte Divina.
Por lo tanto, aunque por treinta años ofrecí súplicas para ser sanado y aparentemente mis oraciones no fueron aceptadas, no he dejado de hacerlo. Porque la enfermedad es el tiempo de la súplica, curarse no es el resultado las súplicas. Si el Omnisciente y Compasivo nos da la salud, la da por Su abundante gracia.
Por otra parte, si las súplicas no son aceptadas en la forma en que deseamos, no quiere decir que no fueron aceptadas. El Creador Omnisciente sabe más que nosotros, Él nos da lo que es beneficioso para nosotros. Pero a veces por nuestros intereses, dirige nuestras oraciones de este mundo hacia el Más Allá y las acepta de esa forma. En cualquier caso, una súplica que se hace con sinceridad debido a una enfermedad y que surge de la debilidad, impotencia, humildad y necesidad, es muy probable que sea aceptada. La enfermedad es el medio de súplica más sincero. Tanto los creyentes enfermos como quienes los cuidan deben aprovechar los beneficios de esta súplica.
[1] Sí, mientras ciertas enfermedades son la razón de la existencia de la súplica, si la súplica fuera la causa de la inexistencia de la enfermedad, la existencia de la súplica sería la causa de su propia inexistencia, y esto no podría ser