La Carta Veinte | La Carta Veinte | 2
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[Esta oración expresa la Unidad Divina, que se recita luego de la oración de la mañana y del atardecer, posee numerosos méritos y según una narración   auténtica,   alcanza   el   grado   de   Su Grandísimo Nombre. Contiene once frases y en cada  una  de  ellas  están  presentes  las  buenas nuevas y un grado en la afirmación de la Unicidad de la Dominación de Allah, y un aspecto de la grandeza  y  la  perfección  de  la  Unidad  Divina desde el punto de vista de Su Grandísimo Nombre. Haciendo referencia a una explicación exhaustiva de   estas   grandiosas  y   sublimes   verdades  ya mencionadas en otras partes de Risale-i Nur, y en cumplimiento  de  una  promesa,  escribiremos  en esta  ocasión  un  pequeño  resumen  a  modo  de índice en dos Estaciones y una Introducción.]

 

Introducción

 

Ten  seguridad  de  que  el  objetivo  más elevado   de   la   creación   y   su   resultado   más importante es creer en Allah. La categoría más exaltada de la humanidad y su grado más elevado es conocer a Allah, que es parte de creer en Él. La felicidad más radiante y la recompensa más dulce para los seres humanos están en el amor a Allah que implica conocer a Allah. Asimismo, el placer más puro del espíritu humano y el deleite absoluto para el corazón humano es el embelesamiento del espíritu que implica amar a Allah. Ciertamente, la felicidad absoluta, el deleite puro, las recompensas dulces    y    los    placeres    librados    de    todo inconveniente yacen en conocer a Allah y en amar a Allah; nada de esto existe si no.

Quien conoce y ama a Allah es propenso a recibir innumerables recompensas, felicidad, luz y misterios. Mientras que quien no Lo conoce y Lo ama    de    verdad    está    afligido    espiritual    y materialmente    en    miseria,    dolor    y    miedo interminables. Si un ser humano tan miserable e impotente  fuera  el  dueño  del  mundo,  éste  no valdría nada para él, ya que le parecería que vive una  vida  infructuosa dentro  de  la  raza  humana vagabunda en un mundo espantoso que no tiene dueño ni protector. Todos podemos comprender qué tan miserable sería y qué tan desconcertada estaría una persona dentro de la raza humana en este    desconcertante    mundo    efímero    si    no conociera  a  su  Dueño,  si  no  descubriera  a  su Maestro.  Pero  si  en  verdad  Lo  descubre  y  Lo conoce,  buscará  refugio  en  Su  misericordia  y confiará  en  Su  poder.  El  mundo  desolado  se convertirá en un lugar de recreación y placer, se convertirá en un lugar para negociar el Más Allá.

 

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