La Carta Veinte | La Carta Veinte | 5
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Y también dice: “El Universo que tu amas, al  cual  estás  conectado,  que  te  aflige  con  sus confusiones  y  el  cual  no  puedes  corregir,  es propiedad       del       Todopoderoso      y       Más Misericordioso. Entonces, entrégale la propiedad a su Dueño, déjaselo a Él. Atrae Su complacencia, no    Su    severidad.    Él    es    Omnisciente    y Misericordioso.  Él  dispone  libremente  de  Su propiedad y  la  administra como  desea.  Cuando tengas  miedo,  di  lo  que  dijo  Ibrahim  Hakki: “Veamos qué hace el Maestro; sea lo que sea que Él  haga,  será  lo  mejor”.  ¡Cuídalo  bien  y  no intervengas!”

LA QUINTA FRASE:     

        

“Y Suyas son las adoraciones”.

Las    adoraciones,    los    elogios    y    las aclamaciones pertenecen a Allah y son propias de Él.  Es  decir,  Suyas  son  las  recompensas  que vienen de Sus tesoros. Y en cuanto a esos tesoros, son  interminables.  Esta  frase,  por  consiguiente, nos da esta buena noticia:

“¡Oh, ser humano! No sufras ni te apenes cuando las bendiciones se acaben porque el tesoro de   la   misericordia   es   interminable.   No   te concentres en la naturaleza efímera de los placeres mundanales ni grites de dolor porque el fruto de la recompensa  es  una  misericordia  inagotable.  Ya que su árbol no muere, cuando se termina la fruta, vuelve a nacer más. Si eres agradecido, si piensas que  dentro  del  placer  de  las  bendiciones en  sí misma  hay  un  favor  misericordioso  cien  veces más  placentero,  entonces  podrás  multiplicar  el placer cientos de veces más que las bendiciones mismas.

“Dentro de una manzana que un monarca augusto te presenta hay un placer superior al que brindan cien, o incluso mil manzanas porque es él quien te la ha otorgado y te ha hecho experimentar el placer de un favor real. De la misma manera, a través de la frase “Suyas son las adoraciones”, la puerta a un placer espiritual mil veces más dulce que  las  bendiciones  mismas  se  abrirá  ante  ti. Porque la intención de esta frase es ofrecer las gracias  y  las  alabanzas,  o  sea,  es  percibir  el otorgamiento  de  recompensas.  Así,  también  se trata   de   reconocer   al   Otorgador,   o   sea,   es reflexionar sobre Quien otorga las recompensas, y finalmente es considerar el favor de Su compasión y   cómo   continúa  permanentemente  otorgando recompensas”.

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