La Carta Veinte | La Carta Veinte | 4
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LA TERCERA FRASE:   


         

“No tiene copartícipes”.

Tal   como   en   Su   Divinidad   y   en   Su Soberanía Allah no tiene copartícipes, es el Único y  no  puede  ser  muchos,  así  también  en  Su dominación, en  Sus  acciones  y  en  Su  creación Allah no tiene copartícipes. Algunas veces sucede que un monarca es uno solo, sin tener copartícipes en su  soberanía, pero en lo que respecta a sus asuntos, tiene oficiales que son sus copartícipes, ellos son los que evitan que alguien llegue a él diciendo: “Recurran a nosotros”.

Sin   embargo,   Allah   Todopoderoso,   el Monarca  que  siempre  ha  existido  y  siempre existirá, no tiene copartícipes que compartan Su soberanía, tal como no necesita ni de copartícipes ni de ayudantes para ejercer Su dominación. Si no fuera por Su comando y voluntad, por Su fuerza y poder, ni una sola cosa podría interferir con otra. Todos pueden recurrir a Él directamente. Ya que no tiene copartícipes ni ayudantes, no se la puede decir a alguien que busca a Allah: “Está prohibido, no puedes entrar en Su presencia”.

Esta  frase,  por  consiguiente,  entrega  el siguiente mensaje de alegría al espíritu humano: el espíritu  humano  que  ha  alcanzado  la  fe  puede presentarse con sus necesidades ante el Más Bello y Glorioso, el Único con poder y perfección, el Dueño Que siempre ha existido y siempre existirá de los tesoros de la misericordia y de la felicidad sin obstáculos ni impedimentos, sin oposición ni interferencia,  en  el  estado   en  que  esté,   por cualquier cosa que desee, en cualquier momento y en cualquier lugar. Al encontrar Su misericordia y al confiar en Su poder, obtendrá tranquilidad y felicidad.

LA CUARTA FRASE:   

         

“Suyo es el dominio de todas las cosas”.

Esto  quiere  decir  que  Él  es  el  dueño absoluto de todo lo que existe. En cuanto a ti, tú eres Suyo y trabajas en Su propiedad. Esta frase anuncia    las    siguientes    albricias    alegres    y sanadoras:

“¡Oh, ser humano! No creas que eres dueño de  ti mismo,  porque no  tienes el  control sobre nada  de  lo  que  te  concierne;  tal  carga  sería demasiado   pesada.   Tampoco   eres   capaz   de protegerte a ti mismo, ni de evitar desastres, ni de hacer todas aquellas cosas que debes hacer. En tal caso, no sufras dolor ni tormento sin razón, ya que el dueño es Otro. ¡El Dueño es Todopoderoso y a la  vez  es  el  Más  Misericordioso; confía en  Su poder y no pongas en duda Su misericordia! ¡Deja atrás el dolor y sé feliz! ¡Desecha tus problemas y encuentra la serenidad!”

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