REMEDIO 3
¡Oh enfermo impaciente! El hecho que aquellos que han venido a este mundo continuamente partieron, que el ser humano joven envejezca y que continuamente su vida se desarrolle entre la desolación y la muerte, da testimonio que no ha venido a este mundo para divertirse y recibir placeres.
Además, aunque el ser humano es el más perfecto, el más elevado de los seres creados y el mejor dotado en lo que respecta a facultades y habilidades, por pensar en los placeres del pasado y en los dolores del futuro transcurre su vida con aflicciones y problemas viviendo en condiciones más bajas que los animales. Esto significa que el género humano no ha venido a este mundo para tener una vida fácil y placentera. Sino, que por poseer tan vasto capital vino a trabajar y a hacer negocios para la vida eterna y duradera.
La vida es el capital otorgado al ser humano. Si no hubiera existido la enfermedad, la buena salud y el bienestar habrían provocado una enorme negligencia que lo harían olvidar del Más Allá porque mostrarían al mundo terrenal como placentero. No quieren pensar en la muerte ni en la tumba, gastan el capital de sus vidas en cosas insignificantes. Mientras que repentinamente la enfermedad les abre los ojos, le dice al cuerpo: “no eres inmortal ni puedes hacer lo que quieres. Tienes un deber. Renuncia a tu orgullo y piensa en Aquel que es tu creador. Comprende que irás a la tumba, entonces prepárate para ese momento”. Desde este punto de vista, la enfermedad es una llamada de atención y un consejero que nunca engaña. Cuando nos enfermamos no deberíamos quejarnos sino estar agradecidos. Y si la enfermedad empeora, deberíamos suplicar a Allah para tener paciencia para sobrellevarla.
REMEDIO 4
¡Oh enfermo quejumbroso! No te quejes, debes estar agradecido y ser paciente. Porque tu cuerpo, tus miembros y facultades no son de tu propiedad. Tú no lo has hecho ni los has comprado. Esto significa que su propietario es otro. Su dueño puede disponer de su propiedad como quiera.
La Palabra Veintiseis relata que un artesano muy rico y habilidoso emplea a un hombre pobre para que muestre sus finas y valiosas obras de arte. A cambio de un salario, le pide que use por un breve lapso de tiempo una vestimenta de joyas hábilmente forjadas. El artesano realiza su trabajo sobre la vestimenta que tiene puesta el humilde hombre. Para desplegar las extraordinarias variedades de su arte, corta, alarga y cambia la forma de dicha vestimenta. ¿Acaso este hombre que cobra un salario, tiene derecho a decirle al artesano que le está generando problemas y que arrodillarse y levantarse lo hace sufrir?¿Puede decirle que arruina su fina apariencia cuando corta y realiza cambios en la vestimenta que lo hace tan elegante? ¿Puede decirle que es injusto y cruel?