La Vigésimotercera Palabra | Capítulo Primero | 7
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El hombre no tiene que intervenir en sus divinas decisiones. Tiene que dejar la propia pre-caución a Él. Tiene que confiar en Su Sabiduría. No tiene que abusar de Su Misericordia.

En realidad lo que fue establecido por los versículos claros del Corán es que, tal y como todas las existencias ofrecen sus glorificaciones y adoraciones particulares, así también lo que asciende al Juzgado Divino desde todo el Universo-so, es la súplica.

 Esto se hace: O a través de  la lengua de la habilidad innata -como las súplicas de todas las plantas y animales- por la cual, cada uno, mediante esta lengua, busca una forma del Otorgador Absoluto, y manifiesta Sus Nombres.

O a través de la lengua de las necesidades in-natas, son súplicas para sus necesidades esenciales en general -las que parecen inaccesibles- por las cuales  cada uno, a través de esta lengua de necesidad innata, busca ciertas cosas de Un Generoso Absoluto para la continuación de su vida como una clase de subsistencia.

O a través de la lengua de la exigencia que, mediante la cual todos los seres que llevan alma que se encuentran en apuros y dificultades elevan súplicas hacia un refugio absoluto y buscan amparo en su protector desconocido, y en realidad, se dirigen hacia Él Sostenedor Compasivo.

Si no hay nada en contra, estas tres clases de súplica son siempre aceptadas.

La cuarta clase de súplica es la más conocida de nuestras súplicas. De ella existen dos tipos. Una: Es activa y de disposición y la otra es verbal y de corazón.

Por ejemplo: Recurrir a las razones es la súplica activa. Juntar las causas no es para  crear el afecto, sino, a través de la lengua de la disposición para lograr una posición aceptable para buscar el afecto de Allah Todopoderoso. Arar la tierra, pues, es llamar a la puerta del tesoro de misericordia, porque este tipo de súplica está relacionada con el Nombre y el Titulo del Generoso Absoluto y se acepta en la gran mayoría de  casos.

El segundo tipo: Es suplicar verbalmente y con el corazón. Es querer la cosa a la cual no se puede llegar. Su aspecto más importante, el objetivo más bello, la fruta más dulce, es ésta: El hombre que reza entiende que hay Alguien, escucha los deseos de su corazón, y que su mano es capaz de llegar a todo. El puede contestar a todos sus deseos. Él es Quien Presenta Su misericordia a su impotencia, y responde a su pobreza.

Así, ¡oh impotente y pobre ser humano! No dejes un medio como la súplica la cual es la llave del tesoro de misericordia y es el objeto de una inagotable fuerza. Pégate a ella, sube a lo más alto de la escala de la humanidad. Como un sultán incluye todas las súplicas del Universo en las tuyas. Como un creyente completo y como un               Representante general día:

  

 

 

“Sólo a Ti imploramos socorro.” (Corán 1, 4) y que seas el modelo más excelente del Universo.

 

 

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