La Vigésimotercera Palabra | Capítulo Primero | 5
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La diferencia que da  testimonio de la llegada a este mundo entre el ser animal y el  ser humano es sólo una entre miles, y es testigo cierto. Sí, ésta diferencia entre la venida del humano y del animal demuestra que la humanidad es humanidad gracias a la fe.

 Ello porque el animal, cuando viene a este mundo, nace como si antes se hubiera complementado y perfeccionado en otro mundo; es decir, se le envía así. Aprende en el transcurso de dos horas, o dos días, o dos meses, todas las  condiciones de su vida; acerca de sus relaciones con los demás seres y las leyes de su propia vida y entorno. Nace con una habilidad innata. El gorrión y la abeja, por ejemplo, perfeccionan habilidades prácticas de la vida en veinte días mientras que el hombre tarda veinte años en adquirirlas; es que los animales se inspiran desde su origen. Entonces, la misión principal del animal no es perfeccionarse mediante el aprendizaje, ni ocuparse en la adquisición de conocimientos y sabiduría, ni recurrir y suplicar como manifestación de incapacidad; sino que su función principal, quizás, sea trabajar según sus aptitudes, es decir tener una servidumbre efectiva.

En cuanto al hombre, cuando viene al mundo se le presenta la necesidad de aprender, ignorante de todas  las reglas de la vida y aún no puede comprender todas las normas de su vida en veinte años. Su aprendizaje puede permanecer activo durante toda su vida, y también el que es enviado al mundo muy débil e incapaz, no puede ponerse de pie hasta los dos años aproximadamente. Puede discernir entre el bien y el mal quizás en quince años más. Y con la ayuda de la experiencia de los otros en la vida social atrae cosas buenas para sí mismo y evita otras que no lo son.

Todo eso significa que la misión innata del hombre es perfeccionarse con el aprendizaje y manifestar su servidumbre ante al Altísimo, mediante la súplica. Es decir, hay que saber que; “¿Por la misericordia y la piedad de quién he sido abordado y brindado?”, “¿Por la generosidad de quién crezco rodeando de cariño ternura y compasión?”. ¿Por la gentileza de quién me alimento, de este modo tan curioso y me dirige tan delicadamente? Y hay que rogar y suplicar al Pro-veedor de Necesidades a través de la lengua de la impotencia y la pobreza. Y, es pedir y  suplicar. Es decir; con las alas de impotencia y pobreza, es volar hacia la estancia de la eterna servidumbre.

Es decir; el ser humano es llevado a este mundo con el fin de complementarse mediante la ciencia y la súplica., Con respecto a su naturaleza y habilidades todo es  conectado a la ciencia. Y la base y la esencia y la luz y el espíritu de la verdadera ciencia es; “Conocer a Allah, el Altísimo”. Y el cimiento de esta base es: “Creer en Allah”

Puesto que el hombre está sujeto a interminables sucesos, problemas, agresiones y ataques por parte enemiga dada su condición de absoluta incapacidad; y dadas sus interminables necesidades y peticiones, a pesar de su limitada pobreza; su función natural básica sería, después de la fe, la súplica ya que la súplica es la base de la servidumbre.

Tal como  un niño llora o pide para obtener un deseo al cual no puede llegar, rezando  física o verbalmente con la lengua de su impotencia. Así obtiene su deseo. De la misma manera, el hombre, es como un niño mimado, y cariñoso y tímido entre las criaturas vivas. Hay que  llorar con su impotencia y debilidad o suplicar con su pobreza y necesidad en el Juzgado del Más Misericordioso y Compasivo, hasta que sus deseos  puedan ser conseguidos o bien,  pueda dar las  gracias si ya recibió lo que había pedido.

Por el contrario, como un niño tonto que se molesta por una mosca, dice: “Con mi propia fuerza, yo subyugo las cosas inaccesibles. Y con mis ideas y mis propios

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