La Vigésimotercera Palabra | Capítulo Primero | 3
(1-7)

recreación y de placer. Y esos feroces monstruos, y bestias que imaginaba ver, eran animales domésticos  como el camello, el buey, el cordero y la cabra.

Diciendo  “Todas las

alabanzas a Allah por la luz de la fe”, leí el versículo,   “Allah es El Patrón de los que creen y los hará pasar de las tinieblas a la luz” (Corán 2, 257) y  desperté de mi visión. Así, pues, aquellos dos montes son el principio de la vida y su fin, es decir, este mundo, y el intermedio (antes de llegar a la morada postrera). Aquel puente es el sendero de la vida. La parte derecha representa el pasado y la izquierda se refiere al futuro. La linterna es el egoísmo del ser humano y su orgullo que sólo confía en lo que sabe y que no escucha la revelación divina. En relación a las bestias y monstruos feroces, pues son los sucesos de este mundo y sus extraños seres existentes.

Así, el hombre que sólo cuenta con su egoísmo y orgullo, cae en las oscuridades del descarrila-miento y le embargan las mortales ataduras de la ignorancia. Su caso sería igual que el mío como al principio de la visión que tuve; estaría en una situación como en el pasado, con una mísera linterna que es; incompleta  y desvirtuada -como un gran cementerio yacente en las tinieblas del infinito-. Estaría en un estado en el que se ve el futuro poco agradable y menos alentador¸ un futuro sujeto a la mera coincidencia y al puro azar. Su imaginación y ánimo convertirían todos los sucesos, acontecimientos y existencias, que han sido creados, ordenados y sometidos por un  Todo Clemente y muy Sabio, en bestias, monstruos devoradores... y sería incluido con los mencionados en la siguiente noble aleya:

“En cuanto a los infieles no tienen más patrón que Thaugut. Él los conducirá de la luz a las tinieblas.”(Corán2, 257) Si el hombre es abordado y socorrido por la gracia de la orientación divina, si la fe halla camino en su corazón, si su vanidad y orgullo se derrumban, y  escucha el libro de Allah,  estará pues, en una situación parecida a la mía, en la segunda parte de la visión. Entonces, el Universo de repente tendrá el color del día; se llenará con la luz de Allah. Todos leen la aleya,

“Allah es la luz de los cielos y de la tierra.” (Corán 24, 35) Entonces él verá con el ojo de corazón que el pasado no es un gran cementerio sino un lugar donde los espíritus purificados de cada siglo realizan sus deberes de adoración, bajo el liderazgo de un profeta o un santo, y ellos

 

exclaman: “Allah es Supremo”

 

terminando los deberes de sus vidas, vuelan a los puestos elevados, llevando parte del pasado al futuro.

Él mirará a su izquierda y con la luz de la fe distinguirá de lejos un lugar de festín de Él Misericordioso, puesto en los palacios de la felicidad en los jardines del Paraíso, detrás de inmensas revoluciones del sitio intermedio y de la otra vida. Él percibirá los sucesos como los huracanes, terremotos y pestes, son funcionarios sumisos. Verá a los sucesos, como las tormentas de primavera y las lluvias, que aparentemente son ásperas,

sin sonido