Pequeñas Palabras | LA OCTAVA PALABRA | 1
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En Nombre de Allah, el Misericordioso, el Clemente.

“Allah, no hay dios sino Él, el Viviente, el Sustentador”[1]

  “Realmente la práctica de Adoración ante Allah es el Islam…”.[2]

 

Si deseas comprender este mundo y el espíritu del hombre en el mismo, y la naturaleza y el valor de la religión en el hombre, y cómo el mundo es una prisión si no hay Verdadera Religión, y que sin religión el hombre llega a ser la más miserable de las criaturas, y así es  ¡Oh Allah! y,  No hay dios más que Allah que resuelve el enigma del mundo y entrega el espíritu humano desde la oscuridad, entonces escucha y considera esta comparación:

Hace mucho tiempo, dos hermanos partieron en un largo viaje. Continuaron su camino hasta que el camino se bifurcó. Al principio de la bifurcación había un hombre serio y le preguntaron: “¿Cuál es el mejor camino?” Él les dijo: “En el camino de la derecha es uno que está obligado a cumplir con la ley y el orden, pero esta privación es seguridad y felicidad. Sin embargo, por el camino de la mano izquierda hay libertad y no hay restricciones, pero en esta libertad hay un peligro y maldad. ¡Ahora la libertad de elección es vuestra!”

Tras haber escuchado, diciendo,  Confío en Allah…[3] el hermano de buen carácter tomó el camino derecho y se conformó con el orden y las reglas. El otro hermano, que era inmoral y caprichoso, prefirió el camino izquierdo por la libertad. Con nuestra imaginación vamos a seguir a este hombre en su situación la cual era aparentemente fácil pero espiritualmente pesada.

Entonces, este hombre subió montañas y bajó valles hasta que se encontró en un desolado páramo. De repente escuchó un terrorífico sonido y vio a un gran león saliendo del bosque y que iba a atacarle. Y él huyó.  Él llegó a un pozo sin agua de sesenta metros de profundidad, y con miedo saltó dentro. Calló hasta la mitad del pozo donde sus manos encontraron un árbol. Se aferró a él. El árbol, que se esparcía por las paredes del pozo, tenía dos raíces. Dos ratas, una blanca y una negra, estaban atacándola y royéndolas. Miró hacia arriba y vio que el león estaba esperándole como un centinela. Hacia abajo vio un dragón horroroso. Tenía su cabeza levantada la cual llegaba a su pie a treinta metros. Su boca era tan grande como la boca del pozo, entonces él miró a las paredes y vio que insectos venenosos le rodeaban. Miró hacia la boca del pozo y vio una higuera. Pero no era un árbol normal, tenía frutas de muchos árboles diferentes, desde nueces hasta granadas.



[1] Corán, 3:2; 2:255.

[2] Corán 3:19.

[3] Corán 11: 56.

 

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