Pequeñas Palabras | LA OCTAVA PALABRA | 3
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Entonces el miró al árbol y vio que era una higuera, pero contenía frutas de miles de árboles. Entonces todo su miedo desapareció, porque entendió que seguro la higuera era un listado, una exhibición. El soberano oculto debe haber añadido ejemplos de la frutas en el huerto al árbol a través de un milagro y con un misterio. Y debe haber adornado al árbol de forma que señalaría a cada una de las comidas que él ha preparado para sus huéspedes. De lo contrario no habría otra forma de que un solo árbol pudiese producir frutas de miles de árboles diferentes. Entonces comenzó a suplicar para que estuviese inspirado por la llave del misterio. Él gritó:

“¡Oh soberano de este lugar! He caído en tu fortuna, y me refugio en ti, soy tu siervo y quiero complacerte, y te estoy buscando.”

Después de que el hiciese esta súplica, las paredes repentinamente se partieron y una puerta se abrió en un maravilloso, placentero, y tranquilo huerto. La boca del dragón se transformó en la puerta, y éste y el león tomaron la forma de dos sirvientes; y le invitaron a entrar. El león incluso llegó a ser un caballo dócil a su disposición.

¡Oh mi alma perezosa! ¡Y oh amigo imaginario! ¡Venid! Dejadnos comparar la posición de estos dos hermanos para que podamos ver como lo bueno trae lo bueno y lo malo trae lo malo. Dejadnos averiguarlo.

Mirad, el viajero infeliz del camino izquierdo está todo el tiempo temblando con miedo esperando entrar en la boca del dragón, mientras que el afortunado es invitado en un huerto perfumado, espléndido y lleno de fruta. Y el corazón del desafortunado se le acelera por un terrible terror y un penoso miedo. Mientras que el afortunado está mirando y observando las cosas raras como una lección deliciosa, con un miedo placentero y un conocimiento adorable. También el miserable está sufriendo tormentos en desolación, desesperación y soledad, mientras que el afortunado tiene placer en la esperanza, deseo y familiaridad. Además, el desafortunado se ve a sí mismo como un prisionero sujeto a los ataques de bestias salvajes, mientras que el afortunado es un honorable huésped que disfruta amistosamente con los extraños sirvientes  del generoso anfitrión del cual él es huésped. Además el infeliz apresura sus tormentos complaciéndose con las frutas las cuales son aparentemente deliciosas pero en realidad venenosas. Ya que las frutas son ejemplos, hay permiso de probarlas para buscar las originales y llegar a ser clientes para ellas, pero no hay permiso para tragarlas como un animal. Para el afortunado que las prueba y entiende el asunto; él pospone comérselas y obtiene placer con la espera. Además, el desafortunado se está engañando a sí mismo. A través de la falta de discernimiento, él está haciendo una verdad y una situación la cual es tan clara y brillante como la luz del día en un miedo oscuro y opresivo, dentro una ilusión infernal. No merece piedad, tampoco tiene derecho a quejarse a nadie.

Por ejemplo, si una persona que está en el banquete placentero en un hermoso jardín en verano, entre sus amigos  no satisfecha con todo esto y  si se emborracha con cosas prohibidas y malas, y se imagina a si mismo con hambre  y desnudo en mitad del invierno entre animales salvajes y comienza a gritar y a llorar, no merece piedad; se está torturando, está insultando a sus amigos al imaginarlos como bestias. Entonces, el hermano desafortunado es así. Pero el afortunado ve la verdad. Y la verdad es buena. Percibiendo la belleza de la verdad el hermano afortunado es respetuoso a la verdad del propietario. Merece su misericordia.

El significado del decreto Coránico: “Lo malo es tuyo y lo bueno de Allah” está claro. Si haces una comparación con otras diferentes de la misma forma, entenderás que el alma mal ordenada del primer hermano ha preparado un tipo de infierno para él, mientras que la buena intención, la buena acción, el buen carácter, y los buenos pensamientos del otro le han permitido recibir gran generosidad y felicidad y una brillante virtud y prosperidad.

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